Cuando uno está expuesto al foco público, debe medir bien sus pasos. Si no, puede quedar retratado. Viene esto a cuento, porque el pasado fin de semana se corría el Gran Premio de Motociclismo en Barcelona, y el piloto de moda en la categoría reina, Jorge Lorenzo, tuvo la genial idea de hacer un llamamiento público para ver qué celebración debía hacer en caso de ganar. No midió bien y se retrató. ¿Por qué? Pues porque en plena fiebre mundialista, no calculó que la gente pediría la camiseta de la selección en el podio.
¿Y que se le ocurre al chaval? Pues va y dice que no lo puede hacer porque eso en Barcelona hiere sensibilidades. Pues chico, ahora el diario As regala tu camiseta, pero yo no me la voy a conseguir, porque solo verla hiere mi sensibilidad.
La verdad es que su comportamiento fuera de la pista siempre me ha parecido el de un niñato, pero con cosas como esta no hace nada más que darme razones para seguir pensandolo.
Que te aproveche el mundial y disfrutalo que el año que viene vuelve el Jefe Valentino y vuelves a tu sitio natural: el segundo.
¿Y que se le ocurre al chaval? Pues va y dice que no lo puede hacer porque eso en Barcelona hiere sensibilidades. Pues chico, ahora el diario As regala tu camiseta, pero yo no me la voy a conseguir, porque solo verla hiere mi sensibilidad.
La verdad es que su comportamiento fuera de la pista siempre me ha parecido el de un niñato, pero con cosas como esta no hace nada más que darme razones para seguir pensandolo.
Que te aproveche el mundial y disfrutalo que el año que viene vuelve el Jefe Valentino y vuelves a tu sitio natural: el segundo.
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